Karuna Avatar Paramahamsa Hariharananda

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Karuna Avatar Paramahamsa Hariharananda era un Ser único. Conoció a cuatro maestros plenamente realizados, Swami Sriyukteshwar, Bhupendranath Sanyal, Paramahansa Yogananda y Swami Satyananda.

Esta interacción integró en Él, las cualidades divinas de los grandes yoguis: el Yoga de Lahiri Mahasaya, la sabiduría de Swami Sriyukteshwar, la devoción de Paramahansa Yogananda y la acción desinteresada de Swami Satyananda. Su vida y su sadhana reflejan los cuatro caminos principales descriptos en las escrituras para la autorrealización.

Karuna Avatar Paramahamsa Hariharananda, mediante su sadhana, reveló las posibilidades divinas latentes en el individuo que pueden aprovecharse únicamente mediante la práctica del Kriya Yoga para un propósito más elevado. Fue un sabio plenamente realizado que remodeló las antiguas enseñanzas para adaptarlas a las necesidades de la era moderna.

La silenciosa revolución espiritual que comenzó en las elevadas montañas Dronagiri en Himalaya en 1861, había echado raíces a principios del siglo XX. La flor de Kriya sembrada por Mahavatar Babaji había florecido plenamente. 

Grandes Maestros como Lahiri Mahasaya, Swami Sriyukteshwar, Paramahansa Yogananda y Swami Satyananda aparecieron uno tras otro y desempeñaron sus respectivos papeles en la gran obra cósmica de Mahavatar Babaji.

En menos de un siglo, el arte perdido de Kriya se había establecido firmemente como el medio más eficaz para la autorrealización. En la primera mitad del siglo XX, fueron Paramahansa Yogananda y Swami Satyananda Giri quienes asumieron la responsabilidad de promover el plan divino de Babaji. 

Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX, fue Karuna Avatar Paramahamsa Hariharananda, quien portó la antorcha de la tradición Kriya. Hoy, en los albores del siglo XXI, se contempla la estupenda superestructura que se alza sobre los cimientos establecidos por el pionero, Shyamacharan Lahiri Mahasaya.

Origen familiar y nacimiento

Karuna Avatar Paramahamsa Hariharananda, nació el 27 de mayo de 1907 en el pueblo de Habibpur, distrito de Nadia, en Bengala Occidental. Tierra santa de Chaitanya Mahaprabhu, Lahiri Mahasaya, Sitaram Das Omkamath y Bhupendranath Sanyai.

En esta tierra espiritualmente vibrante vivió la famosa familia Bhattacharya de Habibpur. Haripada Bhattacharya era un respetado y próspero terrateniente pero, al mismo tiempo, era un devoto y erudito brahmán. Estaba versado en las escrituras, astrología, quiromancia, e incluso tenía conocimientos prácticos de homeopatía y ayurveda.

Era profundamente espiritual, aunque más dado a las formas rituales de culto. Era un disciplinario estricto y absolutamente ético en todo lo que hacía en la vida.  Haripada Bhattacharya estaba casado con Nabin Kali Devi, de Birnagar, en el distrito de Nadia. 

Mientras Haripada era estricto y tenía una personalidad autoritaria, Nabin Kali era todo lo contrario: llena de amor y bondad. Mostraba un amor maternal hacia todos y era caritativa hasta la extravagancia. Sin embargo, era el complemento perfecto de su marido en todos los aspectos.

La pareja fue bendecida con once hijos: cinco varones y seis mujeres. Los hijos se llamaban Bholanath, Pareshnath, Shailendranath, Bhupendranath y Rabindranath. Las hijas fueron Umasashi, Sudhir Bala, Gouri Bala, Shibakali, Kamala y Triptimoyee. 

El hijo menor, Rabindranath, fue el décimo hijo de sus padres. Poco después de su nacimiento, Haripada preparó el horóscopo y pudo ver en la carta los indicios de una vida de renuncia. Haripada pudo predecir fácilmente que el niño crecería hasta convertirse en un gran y famoso yogui y que sería el guía espiritual de miles de buscadores de todo el mundo.

El niño, Rabindranath, (Karuna Avatar Paramahamsa Hariharananda) era un niño sorprendentemente bello con excelentes rasgos físicos. Creció de forma diferente a sus hermanos, mostrando un intelecto y una memoria inusualmente agudos. Su comprensión también era magnífica. 

Haripada pudo ver las extraordinarias cualidades de su hijo y como era consciente del futuro del niño, le intridujo en las llamadas espirituales y religiosas, también mostró una notable capacidad para captar las instrucciones de su padre. Incluso a una edad muy temprana, Rabi era capaz de cantar varios mantras y estaba bastante familiarizado con los rituales que se suelen realizar en una familia brahmánica ortodoxa. Rabi también aprendió el don de su padre para la medicina e incluso le ayudó activamente en esa labor.

Haripada se tomaba en serio la educación de sus hijos. Gracias a su constante orientación y supervisión, todos sus hijos terminaron sus estudios en la escuela primaria del pueblo, y Rabi ingresó en la escuela secundaria Ranaghat Pal Choudhury de Ranaghat, un pueblo cercano. Era un buen estudiante y gozaba del aprecio de sus profesores.

 En 1918, a la edad de trece años, se celebró la ceremonia del hilo sagrado de Rabi. Ese día, su padre le inició en el mantra tradicional de la familia y le dio varias instrucciones para llevar una vida fructífera y productiva, por supuesto, no una vida de disfrute material, sino como buscador de la Verdad. Rabi también aprendió de su padre todas las elaboradas prácticas rituales.

Alrededor de los doce años, Rabi (Karuna Avatar Paramahamsa Hariharananda) entró en contacto con Bijoy Krishna Chattopadhyaya de Howrah, que era un yogui cabeza de familia. Discípulo del gran Trailanga Swami, Bijoy Krishna estaba bastante avanzado en el camino espiritual. Cientos de personas buscaban su guía. Bijoy Krishna era el «Kula Guru» de la familia Bhattacharya. Habiendo oído hablar de él, Rabi comenzó a albergar el deseo de conocerlo, y fue iniciado por el Yogi en Gyaña Yoga. 

Las enseñanzas de Bijoy Krishna sentaron las bases de la futura vida espiritual de Rabi. El deseo de llevar una vida superior más allá de la existencia material ordinaria también creció con la edad en Rabi.

Rabi ingresó en la universidad de Burdwan tras finalizar sus estudios escolares. Tras graduarse, Rabi se matriculó en un curso de Tecnología Textil que completó con éxito. Una vez terminados sus estudios, empezó a trabajar en una empresa textil. Le llegaron ofertas de matrimonio, pero las rechazaba sin remordimientos. Detectaba en su interior un deseo creciente de llevar una vida completamente espiritual, aunque no tenía muy claro qué camino elegir. 

Rabi empezó a acariciar la idea de alcanzar el estado de conciencia más elevado. A medida que este deseo se hacía más y más fuerte, la atracción del mundo material se hacía cada vez menor. Pidió a su Gurú, Bijoy Krishna, que le ayudara a realizar su deseo, pero el gran Yogui le aconsejó que se acercara al Kriya Yogui, Swami Sriyukteswar. Así, el discípulo fue divinamente conducido a los pies del Maestro para su entrenamiento.

Encuentro con su Guru

Pronto, Rabi se encontró en el Ashram de Sriyukteshwar en Serampore. Con sólo ver al gran Yogui, Rabi fue transportado a un estado de dicha celestial. El gran yogui se sintió complacido al ver el divino descontento que bullía en el joven sorprendentemente apuesto que tenía delante. Dejando a un lado por un momento su semblante serio y grave, Sriyukteshwar acarició amorosamente a Rabi y derramó sobre él sus bendiciones.

Podía ver fácilmente que el joven estaba destinado a ser un gran yogui. Sriyukteshwar se complació en iniciar al joven en las técnicas del Kriya Yoga. El toque de Sriyukteshwar despertó la espiritualidad latente en Rabi y pudo sentir las vibraciones en su interior. 

Comenzó una nueva relación. Rabi empezó a visitar a Sriyukteshwar con frecuencia. Incluso cuando estaba ocupado en otra cosa, su mente recordaba a su Gurú y anhelaba estar en su compañía. Bajo la guía directa del gran maestro, Rabi comenzó a practicar las técnicas sincera y diligentemente y, en poco tiempo, empezó a tener varias experiencias elevadoras.

Vida discipular con Swami Shriyukteshwar

Sriyukteshwar no ocultó sus sentimientos por el joven Rabi y pronto todos a su alrededor llegaron a conocer el amor del maestro por el discípulo. Rabi, por su parte, estaba siempre deseoso de servir a su maestro y lo hacía con extremo amor y devoción.

El vínculo entre el maestro y el novicio se hizo cada vez más fuerte. Gradualmente, Sriyukteshwar animó a Rabi a la vida de renuncia, porque podía prever una vida monástica extremadamente fructífera y productiva. Expresó su deseo de destinar a Rabi para ayudar a su otro discípulo avanzado, Swami Satyananda Giri, en la gestión del Karar Ashram en Puri. Sin embargo, este deseo no se cumplió hasta que el maestro abandonó su cuerpo mortal en 1936.

En 1935, Paramahansa Yogananda, el otro amado discípulo de Sriyukteshwar había regresado a la India desde América para encontrarse con su Guru. Rabi se reunió con él en Calcuta y le pidió por indicación de su Guru, le enseñara las técnicas avanzadas de Kriya.

Paramahansaji era un maestro plenamente realizado. Con sólo verlo, pudo ver el gran destino espiritual del joven que tenía ante él. Por lo tanto, sin vacilar, inició a Rabi en la segunda técnica de Kriya. Rabi progresó notablemente rápido en el camino espiritual a partir de entonces. El divino descontento con el mundo material también creció en él con la misma rapidez. Su trabajo, su salario, su posición… ya no le parecían atractivos.

Una mañana de junio de 1937, Rabi llegó a Puri para cumplir el deseo de su maestro de alojarse en el Karar Ashram. Al respirar el aire espiritualmente vibrante de Puri, Rabi se enamoró instantáneamente del lugar. Se instaló en una casa alquilada justo al lado del Ashram. 

Empezó a pasar mucho tiempo meditando, siendo educado y sofisticado. Rabi también consiguió varios conocidos y amigos durante su estancia en Puri. Pero, sin que sus amigos lo supieran, estaba progresando firmemente en el camino espiritual. 

Después de pasar año y medio en la casa alquilada, Rabi decidió unirse al Ashram de forma permanente y así, en noviembre de 1938, se trasladó al Ashram.

El espíritu de renuncia se hizo más fuerte en Rabi (Karuna Avatar Paramahamsa Hariharananda) mientras pasaba sus primeros días en el Ashram. Decidió llevar una vida célibe y, como tal, renunció a todas las comodidades y lujos. 

Llevando la vida simple pero estricta de un célibe, Brahamachari Rabinaryan, como ahora se le conocía, pasaba sus días en tranquila meditación y contemplación. Sin embargo, el entonces director del Ashram, Swami Satyananda, no prefería la vida pasiva, bajo ninguna circunstancia. Rabinarayan también compartía una opinión similar. Además de meditar, realizaba mucho trabajo físico en el Ashram. Se ocupaba de la escuela del Ashram y del jardín. Además de la meditación y el trabajo en el Ashram, la visita diaria a los templos de Lord Jagannath y Lord Lokanath era una obligación para Rabi.

Karuna Avatar Paramahamsa Hariharananda

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Continuará…

Créditos

Esta nota, Karuna Avatar Paramahamsa Hariharananda, está inspirada en una reseña de su biografía, del libro «The Great Masters of Kriya Yoga» de Sashikanta Mishra.

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